Existen diversos modelos de aparición y evolución de las turberas, generalmente basados en los ejemplos actuales las de áreas lacustres, aunque también existen otros basados en áreas costeras.

En las áreas lacustres, en una primera etapa se produce el desarrollo de microorganismos tales como diatomeas, algas, bacterias y zooplancton, que tras su muerte se van acumulando en el fondo del lago donde dan lugar a un fango orgánico denominado gyttja (sapropel). Con el paso del tiempo y el aumento de la cobertera vegetal en los márgenes del lago, la entrada de sedimento inorgánico se reduce a la vez que aumenta la fracción orgánica aportada. La acumulación en el fondo del lago de restos desmenuzados de vegetales, de esporas, pólenes y de algas dará lugar a los depósitos precursores de los carbones sapropélicos (cannel y boghead).

En los márgenes del lago, el progresivo desarrollo de la vegetación de rivera puede dar lugar a la formación de turberas flotantes que pueden llegar a cubrir toda la superficie del lago y que son consideradas como el primer estadio evolutivo de las turberas. La continua acreción de la misma conlleva el desarrollo de turberas bajas que tienden a presentar una superficie plana. Estas turberas presentan unas condiciones ligeramente ácidas, son ricas en nutrientes y soportan comunidades vegetales variadas. Finalmente, si el balance a lo largo del año entre precipitaciones, evapotranspiración y flujo saliente es positivo, pueden desarrollarse turberas elevadas, que presentan una superficie «dómica», elevándose varios metros sobre las áreas circundantes, gracias a que desarrollan su propio nivel freático pudiendo llegar a albergar pequeños lagos en su zona central. Estas turberas presentan unas condiciones más ácidas y son pobres en nutrientes. Como consecuencia presentan una fuerte zonación de sus comunidades vegetales desde la periferia al centro, comunidades que son más monótonas y están formadas por plantas herbáceas y musgos en climas templados. en climas tropicales pueden predominar las especies arbóreas.

La mayor parte de las turbas y turberas son autóctonas, es decir, la acumulación de la materia orgánica vegetal ha tenido lugar en el mismo lugar de producción. Excepciones son los carbones sapropélicos (cannel) y algunos casos de carbones húmicos que se deben a la acumulación por procesos hidrodinámicos de restos vegetales. Estos casos son muy escasos y, generalmente, corresponden a carbones de escaso volumen y baja calidad por su alto contenido en sedimentos inorgánicos (Arcillas). Dentro de las turberas autóctonas las turberas flotantes, debido a que pueden desenraizarse del fondo y sufrir un desplazamiento limitado, se las considera como hipoautóctonas.

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